Gentrificación en Costa Rica: El lado oscuro del desarrollo

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La provincia de Guanacaste, ha experimentado desde inicios del año 2020, un acelerado proceso de gentrificación impulsado por el turismo residencial de alto valor, el aumento de propiedades adquiridas por extranjeros y el desarrollo inmobiliario en las zonas costeras. Este fenómeno ha provocado un incremento desproporcionado en los precios de la vivienda y los servicios locales, así como el desplazamiento de comunidades enteras y la degradación de ecosistemas frágiles. La gentrificación, entendida como el proceso mediante el cual; comunidades locales son desplazadas o transformadas, por la llegada de capitales y proyectos urbanísticos o turísticos, que fuera de ser un beneficio para el costarricense local, se ha convertido en un tema central de análisis social contemporáneo.

En Costa Rica, este fenómeno se observa con especial intensidad en la provincia de Guanacaste, reconocida por su riqueza natural y cultural, así como por su atractivo turístico. Sin embargo, la visión de «desarrollo» impulsada tanto por el Estado como por las inversiones privadas oculta un lado oscuro: la exclusión social, el encarecimiento de la vida de los habitantes locales, la pérdida de identidad cultural y la degradación medioambiental.

Desde una perspectiva criminológica, la gentrificación puede analizarse como un mecanismo de violencia estructural y crimen ambiental. Bajo el enfoque de la Criminología Verde; que reconoce como objeto de estudio no solo los delitos legalmente tipificados, sino también los daños sociales y ecológicos, es posible comprender este fenómeno como una forma de violencia estructural que genera exclusión, despojo territorial y daños ambientales significativos.

CRIMINOLOGÍA VERDE Y LA VIOLENCIA ESTRUCTURAL

La Criminología Verde surge como una crítica a las limitaciones del derecho penal tradicional, al señalar que numerosos actos que producen graves daños sociales y ambientales permanecen fuera de las categorías jurídicas y, por lo tanto, no siempre son sancionados legalmente, aunque sus efectos negativos sean profundos. Desde esta perspectiva, la gentrificación no puede entenderse únicamente como un proceso de mercado; constituye también un daño estructural que afecta tanto a comunidades humanas como no humanas. El desplazamiento de poblaciones, la degradación del entorno natural y la erosión de la cohesión comunitaria se configuran como formas de violencia estructural cuya prevención exige políticas de justicia ambiental y social.

En este sentido, los proyectos inmobiliarios de lujo no solo comprometen el acceso a la vivienda, sino que también fragmentan el tejido social y natural, generando consecuencias criminológicas que demandan una intervención pública.

Galtung (1969) definió la violencia estructural como aquella ejercida de manera indirecta, a través de estructuras sociales que generan desigualdad y sufrimiento. En Guanacaste, la especulación inmobiliaria, el aumento del costo de vida y la privatización de recursos naturales como el agua representan formas claras de violencia estructural que afectan principalmente a los sectores más vulnerables.

IMPACTOS SOCIALES, AMBIENTALES Y CULTURALES

La gentrificación en Guanacaste no solo transforma el acceso a los bienes materiales, sino que también impacta el tejido simbólico y cultural de las comunidades locales. La pérdida de identidad comunitaria, la mercantilización de la cultura y la homogeneización de los espacios urbanos son parte de este proceso, en el cual lo local se ve subordinado a los intereses globales. Asimismo, el modelo de turismo de alto impacto genera una sobrecarga sobre los ecosistemas costeros. Manglares, playas y fuentes de agua dulce son sometidos a un uso intensivo sin mecanismos adecuados de protección o compensación ambiental. La degradación de estos ecosistemas compromete los medios de vida tradicionales, como la pesca artesanal y la agricultura de subsistencia, reforzando el círculo de exclusión de las comunidades locales.

IMPLICACIONES CRIMINOLÓGICAS.

Desde la criminología, la gentrificación en Guanacaste puede analizarse en tres niveles:

  • Injusticia social: desplazamiento de familias locales, aumento del costo de vida y precarización laboral en empleos turísticos mal remunerados.
  • Injusticia ambiental: sobreexplotación de recursos naturales y destrucción de ecosistemas sin mecanismos efectivos de reparación.
  • Criminalización de la resistencia: comunidades que se oponen a megaproyectos enfrentan estigmatización y, en algunos casos, persecución judicial (South, 2010).

Estos procesos reflejan una dinámica criminógena, pues reproducen violencia estructural y legitiman profundas desigualdades bajo el discurso del desarrollo.

Por lo tanto, la gentrificación en Guanacaste, lejos de ser un proceso aislado de transformación urbana, constituye un fenómeno complejo donde convergen la especulación inmobiliaria, el turismo de élite y la privatización de recursos naturales. Este proceso, legitimado bajo la retórica del “desarrollo”, ha derivado en exclusión social, desplazamiento comunitario, degradación ambiental y pérdida de identidad cultural. Desde el marco de la Criminología Verde, se evidencia que la gentrificación no solo genera impactos económicos, sino que configura un entramado de violencia estructural y crimen ambiental, donde los costos recaen sobre los sectores más vulnerables y los ecosistemas locales. La injusticia social, la injusticia ambiental y la criminalización de la resistencia no son efectos secundarios, sino componentes inherentes a este modelo de desarrollo que privilegia al capital por encima de la justicia social y ecológica.

En este sentido, la gentrificación en Guanacaste debe entenderse como un proceso criminógeno que produce daños sociales y ambientales invisibilizados por el discurso del progreso turístico. Reconocer este lado oscuro es fundamental para replantear los modelos de desarrollo en Costa Rica y abrir paso a políticas públicas que prioricen la equidad social, la protección del ambiente y la preservación cultural, garantizando así un futuro más justo y sostenible.

BIBLIOGRAFÍA

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  • Beirne, P. (1999). For a nonspeciesist criminology: Animal abuse as an object of study. Criminology, 37(1), 117–147.
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  • Lynch, M., & Stretesky, P. (2014). Exploring green criminology: Toward a green criminological revolution. Ashgate.
  • Méndez, C., & Rivera, L. (2023). Turismo, gentrificación y desplazamiento en comunidades costeras costarricenses. Revista de Ciencias Sociales, 179(2), 45-67.
  • Smith, N. (2002). New globalism, new urbanism: gentrification as global urban strategy. Antipode, 34(3), 427–450.
  • South, N. (2010). The ecocritical turn: Green criminology in the 21st century. Critical Criminology, 18(3), 175–190.
  • Voz de Guanacaste (2024). Asentamientos informales y desarrollo inmobiliario en Guanacaste.

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